miércoles, 24 de febrero de 2016




Pineberries, las fresas blancas con sabor a piña


Aunque muchos expertos en el mundo de la gastronomía creen erróneamente que las pineberries son el fruto de una serie de experimentos, por su peculiar y curioso sabor, cercano a la piña, lo cierto es que, aunque resulte extraño y hasta difícil de creer, es el resultado de la mutación natural entre los antiguos tipos de fresa que procedían de América.

Y es que, aunque en Europa existían dos tipos de fresas autóctonas (la Vesca y la Moschata), los exploradores europeos fueron cautivados por el buen aspecto de las fresas americanas. De este modo, en el siglo XV importarían una especie de fresa escarlata y grande del Norte de América (la Virginiania), y dos siglos más tarde, en 1712, el francés Freizer haría lo propio con una pequeña fresa de color blanquecino procedente de la zona que hoy en día ocupa Chile, conocida como fresa Chilensis


Así, años más tarde, en 1750, en la región fresera de Plougastel (en la zona francesa de la Bretaña), surgiría accidentalmente un híbrido natural entre las dos especies americanas, la pineberry, una fresa grande (como la Virginiana) y de color blanco (como la Chilensis), con un sabor tropical muy parecido al de la piña.

Por unos motivos u otros, la pineberry apenas tuvo éxito entre el público, y no se fomentó ni extendió su cultivo. Hasta el punto de estar al borde de la desaparición (y por supuesto, de ser prácticamente una desconocida entre el público), si no fuera porque recientemente, a principios de milenio, una serie de ingenieros agrícolas holandeses descubrieron algunos pequeños brotes salvajes de esta fruta en la zona de Bretaña. Con estos especímenes, estuvieron trabajando las escasas matas que quedaban mediante esquejes y un cuidadoso proceso de selección. Así durante 6 años, hasta obtener un amplio número de plantas sanas capaces de florecer y tener fruto.

Actualmente, según la época, están siendo comercializadas en Reino Unido (especialmente en los supermercados Waitrose) por un precio de unas 3 libras por 125 gramos.

Una fresa de color blanco, con un tamaño considerablemente más pequeño al de la fresa común, y con unas llamativas pepitas de color escarlata. ¿Una falsa? ¿Un producto de la imaginación humana? Una vez más, el poder creador de la naturaleza se adelantó al ingenio humano, que únicamente ha puesto su mano para salvar a esta interesante, y por qué no, deliciosa fruta, de desaparecer entre las sombras. Aunque, todo sea dicho, lo haya hecho únicamente por comercializarlas y sacar un provecho económico de todo ello…





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